lunes, 2 de noviembre de 2009

Juguetes Made in Casa

Para presentar la canción del “Adivinador”, se nos ocurrió hacer algunas adivinanzas y el primero en dar una respuesta acertada, tendría un premio. Hasta ahorita, éste consistía en unas golosinas que siempre teníamos a mano.
Sin embargo, descubrimos que había muchas otras cosas que teníamos más a mano aún, y que solo necesitaban un poco de nuestra imaginación, o nuestros recuerdos de infancia para ser tenidas en cuenta, y convertirse en los próximos premios para el Adivinador.
¡De ahora en más regalaremos juguetes! Esos que son super divertidos, y bien baratos, solo que tantos otros que se venden en jugueterías, han hecho que los olvidemos.
Hoy vamos a presentar los primeros que se nos ocurrieron y que están recién acabaditos.
Con uusteedeeeeeeeeeees:

El famoso y bien ponderado “TA-TE-TI” o "GATO" en México.
Es tan fácil de hacer… puedes hacerlo con lo que encuentres. Nosotros usamos una tela, un marcador para hacer las líneas, seis tapitas de bebidas, y acrílico para pintarlas.
Para jugar al ta-te-ti, como algunos otros juegos de mesa, es necesario poner en acción la mente. Para quién no sepa jugarlo: se juega de a dos, se reparten 3 fichas para cada uno del mismo color, comienza primero uno, (en el próximo juego el otro), y ambos deben tratar de formar una línea recta con sus tres fichas (vertical, diagonal u horizontal), y a la vez impedir que el otro forme la suya. Parece simple, pero si tu contrincante sabe imaginar cual va a ser tu movimiento próximo… mmm, te veo mal…

El no tan famoso “Pata-Pata”
¡¡Gracias a nuestra amiga Emi, que nos hizo acordar!!
Consiste en otro hilo (mientras más duro, mejor) y una pelota. Nosotros usamos de esas que están en los peloteros, porque un vecinito se cansó de tirárnosla al patio, y cuando se las devolvíamos, volvía a tirarlas… Gracias también al vecinito!! Algo importante es que la pelota debe ser más o menos pesada. Hay que llenarla con arena o arroz, por ejemplo.
Uno debe atarse la pelota (sueltita) en una de las piernas y la hacela girar (para mí lo más difícil) y saltar la pelota con la otra pierna (el que más aguante gana)
Muy divertido, y mucho mejor que quedarse sentado viendo tele… ¿no?




El Teléfono Móvil (no precisa baterías, ni pertenecer a ninguna empresa de telefonía móvil)
Es muy simple de hacer, solo necesitas un hilo y dos vasos (de yogurt o cualquier otro que puedas agujerear sin que tu mamá te rete… jeje)
Es útil para decir secretos a larga distancia (hasta 7 u 8 metros!!!). También puedes hacer más de uno, y jugar al teléfono descompuesto… uno dice una palabra, el que lo escucha se lo dice al otro, y así hasta llegar al último de tus amigos, éste deberá decir en voz alta lo que escucho a ver si no fue un disparate…






Además, no estamos seguros que la lectura sea un juego, pero puede ser tan entretenida como cualquiera de los otros, y más si le pedís a alguien que te la lea con ganas!!!
Estas son tarjetitas con la poesía de María Elena Walsh que subimos a esta página “En Una Cajita de Fósforos”, y se las daremos a todos los niños aunque no hayan adivinado nada.


Esperamos que ya estén construyendo alguno de estos juegos, ¡¡¡U otros que se les ocurran!!!, y nos cuenten. Aceptamos todas sus ideas. Recuerden que a diario tiramos muchos posibles juegos a la basura, si los rescatamos tenemos muchas ventajas, por ejemplo:

· Un juguete nuevo sin hacerles gastar a tus papás.
· Ensuciamos un poquito menos nuestro planeta!!
· y lo mejor: nos divertimos construyéndolos!!!!

domingo, 1 de noviembre de 2009

“En Una Cajita De Fósforos”


En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Un rayo de sol, por ejemplo
(pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra)
Un poco de copo de nieve,
quizá una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.
Les voy a contar un secreto.
En una cajita de fósforos
yo tengo guardada un lágrima,
y nadie, por suerte la ve.
Es claro que ya no me sirve
Es cierto que está muy gastada.
Lo sé, pero que voy a hacer
tirarla me da mucha lastima.
Tal vez las personas mayores
no entiendan jamás de tesoros
Basura, dirán, cachivachesno
no sé porque juntan todo esto.
No importa, que ustedes y yo
igual seguiremos guardando
palitos, pelusas, botones,
tachuelas, virutas de lápiz,
carozos, tapitas, papeles,
piolín, carreteles, trapitos,
hilachas, cascotes y bichos.
En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Las cosas no tienen mamá.
María Elena Walsh.

martes, 27 de octubre de 2009

Chuchería, baratijas, cachivache, cambalache...



¿Será que el hacer cambalache se convirtió en una actividad deshonrosa
cuando lo verdadero comenzó a perder valor económico?.
Hacemos Cambalache, nuestra música está más que usada, pero la lustramos, la adornamos, y la ponemos otra vez en vidriera, porque en su momento nos conmovió y sabemos que aún puede seguir haciéndolo. Trocamos valiosos cachivaches, siempre por esperanzas.

M. Lourdes González Brizuela

María Elena Walsh se ha interesado desde su juventud en la difusión, creación, y recreación del folclore musical argentino, y otros estilos musicales foraneos que le sirvieron de materia prima para su obra musical infantil, la cual busca preservar en los niños la alegría, la sensibilidad y el juego que se refleja en sus canciones repletas del "nonsense". Desde la década de los 60´, sería extraño encontrar a un niño argentino que no haya escuchado y cantado alguna de sus canciones.
Hoy las mismas casi no suenan en las radios, ni son un producto de venta masiva, pero para muchos, (tal vez ya padres de familia) el solo oír el nombre de esta autora, o alguna de sus famosas estrofas, nos contacta con nuestra infancia, con el cálido espacio donde tuvo lugar esta música compuesta exclusivamente para el goce estético de los niños.
Se observa en los pequeños que en la actualidad tienen la virtud de poder escucharla (gracias a su familiares o maestros comprometidos con la enseñanza de lo estético), gozar de su cancionero de la misma forma que lo han hecho generaciones anteriores, y que por lo tanto la música de María Elena, como lo clásico, no caduca, volviéndose por el contrario novedosa ante tanta música infantil creada sin sensibilidad artística.